Discurso del presidente Evo Morales al asumir la presidencia del G-77
(Documento).- La oficina de prensa de Palacio de Gobierno difundió la transcripción de la intervención del presidente Evo Morales en Nueva York el miércoles, al asumir la presidencia protémpore del Grupo de los 77 (G-77).
DISCURSO DEL PRESIDENTE EVO MORALES EN EL G-77
El
presidente Evo Morales propuso hoy al
G77 más China, en Nueva York, 10 tareas para que los países de ese organismo
inicien un mundo sin oligarquías y gobernado por el pueblo en busca de la
igualdad y la hermandad universal.
“Tenemos la responsabilidad de buscar la igualdad de
nuestros pueblos pensando siempre en los más abandonados en la historia de
nuestros países. Vengo a compartir algunos principios y valores para bien de
toda la humanidad. Tenemos un pequeño planteamiento todo por la hermandad
universal de los pueblos en armonía con la Madre Tierra”, señaló tras recibir
la Presidencia Pro Témpore del organismo
internacional.
A continuación, la transcripción del discurso del
Mandatario en la reunión multilateral:
“El sistema capitalista enfrenta su crisis más
profunda. Es una crisis financiera, energética, climática, alimentaria,
institucional y de modelo de vida. El mundo sufre los efectos de esa debacle
provocada por el capitalismo que convierte a la madre tierra y a las personas
en objeto de su despiadado dominio depredador.
Vivimos una crisis financiera porque los países del centro capitalista
concentraron la riqueza en élites excluyentes y magnificaron la pobreza y el
hambre.
Vivimos una crisis energética marcada por el consumo excesivo y
contaminante de fuentes de energía y el acaparamiento de éstas por parte de
transnacionales para satisfacer la demanda de los estándares de vida y alto
consumismo de los países capitalistas del norte.
Vivimos una crisis climática que obedece a un modelo de desarrollo cuyos
niveles de consumismo e industrialización han generado un exceso de emisiones
de gases contaminantes que han provocado el calentamiento global y los
desastres naturales que afectan al mundo entero, pero particularmente a los
pueblos del sur.
Vivimos una crisis alimentaria que es causada por la desertización y
degradación de las áreas productivas de alimentos, los desequilibrios entre el
campo y la ciudad, el monopolio en la comercialización de semillas, insumos
agrícolas, la especulación en el precio de los alimentos, el consumismo y el
derroche de alimentos.
El año 2008, el 15,5% de la población mundial padecía hambre, más de 850
millones de personas se encontraban desnutridas. 788 millones de hambrientos
estaban en Asia y África. Para el año 2011, el número de personas desnutridas
ascendió a casi mil millones de personas.
En definitiva, vivimos la crisis de un modelo económico en el que las recetas
del fondo monetario internacional (FMI), el banco mundial y los organismos
multilaterales (privatizaciones y restricción de las políticas sociales) ya no
pueden resolver los problemas de los países del centro capitalista.
Sin embargo, los tiempos de crisis son también tiempos de oportunidades, son
tiempos de transformación del pensamiento y de las ideas para construir un
mundo diferente. Los cambios necesarios nos exigen escuchar la voz de la
conciencia de los pueblos y su espíritu crítico sobre las imposiciones del
imperialismo y del colonialismo.
Estos también son los tiempos de los países del sur y de los llamados países
emergentes y de todos aquellos que tenemos la responsabilidad de construir
juntos solidaridad, complementariedad y apoyo mutuo.
Para hacer realidad estos cambios, los estados deben conducir la economía y los
gobiernos deben adoptar políticas de servicio a favor de los pueblos,
socializar la riqueza y erradicar la pobreza y concebir el desarrollo de manera
integral para universalizar los servicios básicos, efectivizar los derechos
colectivos y ampliar la democracia más allá del ámbito de las instituciones
políticas.
El sur tiene ciertamente una creciente economía, importantes riquezas en
recursos naturales, conocimientos y tecnologías, destrezas y habilidades,
culturas y una gran diversidad de naciones y pueblos. En este contexto, el G77
más China es uno de los principales actores de cambio en este momento
histórico.
Proponemos adoptar como base las conclusiones de la conferencia mundial de los
pueblos sobre los derechos de la madre tierra y el cambio climático realizado
en Tiquipaya, Bolivia el año 2010.
Pedimos eliminar las herencias coloniales en nuestros países donde se ha negado
las identidades culturales, nuestros conocimientos, nuestros alimentos y
medicinas, nuestras prácticas y tecnologías. Por ejemplo, no entendemos cómo en
el mundo los grupos de poder han criminalizado la producción y el consumo de la
sagrada hoja de coca que es uno de los alimentos y medicinas milenarias de
nuestros pueblos.
Como prueba de la reversión de esos prejuicios capitalistas, mencionamos con
orgullo que la quinua, despreciada por el imperialismo como ‘alimento de indios’
se ha convertido hoy en una alternativa real de nutrición para todo el mundo.
Es como si nuestra Pachamama, nuestra Madre Tierra, nos regalara en su
generosidad una solución alimentaria que beneficie a todo el mundo, incluso a
los países capitalistas que destruyen su medio ambiente.
Hermanos y hermanas, el derecho al desarrollo, los derechos humanos, sociales y
colectivos así como los derechos de la madre tierra, integrados y
complementarios, se expresan en el respeto a la diversidad de visiones y
enfoques de modelos de desarrollo, sin imposiciones, sin exigencias
paternalistas ni coloniales sin monarquías, oligarquías ni jerarquías.
Permítannos, en este momento en que asumimos esta gran responsabilidad como es
la presidencia del G77 más China, plantearles con humildad pero con la fuerza
de nuestras convicciones y el espíritu de nuestros pueblos, 10 tareas
fundamentales.
1. Del desarrollo sustentable al desarrollo integral en equilibrio con la madre
tierra.
El desarrollo debe estar orientado a eliminar las brechas de riqueza material,
las economías diversas deben potenciar los bienes comunes y satisfacer a la vez
las necesidades materiales, culturales y espirituales de las sociedades en un
marco de armonía con la naturaleza. En Bolivia, esta cosmovisión se resume en
el ‘vivir bien’.
Sabemos también, que esta carrera de enriquecimiento, que ha generado el cambio
climático, afectará principalmente a los países del sur. Del total de costos
económicos estimados por los impactos del cambio climático, entre un 75% y 80%
serán asumidos directamente por nuestros países.
Por ello, debemos implementar las políticas y acciones necesarias que prevengan
y eviten el agotamiento de los recursos naturales. La vida depende del
sostenimiento de la capacidad de regeneración de los sistemas de vida de la
madre tierra y del manejo integral y sustentable de sus componentes. Por ello
junto con los derechos individuales, los derechos colectivos de los pueblos,
debemos incorporar en todas las legislaciones los derechos de la madre tierra.
La naturaleza puede existir sin el ser humano, pero el ser humano no puede
existir un solo segundo sin naturaleza. Por eso, tenemos que naturalizar al ser
humano y humanizar responsablemente a la naturaleza.
Desarrollo integral significa también cambiar el orden de prioridades de la
generación de riqueza. De la economía para el lucro, la ganancia y el
acaparamiento, debemos pasar a la economía de la satisfacción de necesidades
humanas. La economía del lucro va a aniquilar las condiciones naturales de la
vida humana, y encima dividiendo al mundo en ricos, muy ricos, y en pobres.
Desarrollo integral es respetar las distintas actividades individuales y
colectivas, pero priorizando la producción de bienes comunes, de riqueza
compartida entre todos los habitantes de un país y luego entre todos los
habitantes de un continente y el mundo. La mejor riqueza es la riqueza que es
de todos. La mejor economía, la más duradera y justa es la que se distribuye
entre todas las personas.
Debemos desde el G77 más China avanzar de forma contundente en la
creación de mecanismos que no estén basados en los mercados de carbono y las
funciones ambientales de la naturaleza sino en la complementariedad y
solidaridad de los estados con transferencia de financiamiento, tecnología y
desarrollo de capacidades.
2. Refundar la democracia: De la democracia representativa a la democracia participativa
y comunitaria que democratiza la riqueza.
Hoy por el mundo entero se consolidan las formas democráticas de elegir
gobernantes. Sin embargo, también se apodera el desanimo y el ausentismo. Cada
vez menos gente acude a las votaciones electorales; y no es porque el pueblo no
quiera participar en las decisiones de gobierno.
Lo que pasa que el pueblo siente que depositar su voto cada cuatro o cinco años
no es suficiente. Siente que su voto cada cinco años es cambiado cada día por
la dictadura de mercados financieros. Los jóvenes quieren participar pero
más continuamente y de manera directa en los asuntos comunes; los trabajadores
y las trabajadoras quieren ser oídos a cada momento a través de sus
organizaciones sociales; los indígenas y campesinos queremos que se respete
nuestras tradiciones comunitarias. El pueblo necesita nuevos mecanismos
democráticos para cambiar el mundo. Pero las democracias meramente electorales
son insuficientes para esta nueva demanda participativa; las democracias
electorales se muestran cansadas fósiles, sin fuerza para cobijar las
ganas de democracia real de los pueblos.
La historia nueva reclama pasar de la democracia representativa en la que el
poder está mayoritariamente al servicio élites, a la democracia participativa y
comunal donde los jóvenes, profesionales, indígenas, mujeres, campesinos,
trabajadores participemos activamente en las decisiones sobre nuestras vidas,
sobre nuestros derechos, sobre nuestros bienes comunes.
La revitalización de la democracia en este nuevo siglo requiere que la acción
política se constituya en un completo y permanente servicio a la vida, que es,
a su vez, un compromiso ético, humano y moral con nuestros pueblos, con los más
humildes, recuperando los códigos de nuestros ancestros: no robar, no mentir,
no ser flojo y no ser adulón.
La democracia no es solo decidir quién nos gobernara durante cinco años;
democracia es participar en el destino de nuestra vida en común,
comenzando por los bienes comunes que tiene cada sociedad. Por eso, no
hay democracia real sin democracia económica, sin distribución de la riqueza
que es de todos.
3. Los servicios básicos como derecho humano universal.
Hoy la humanidad ha alcanzado tal capacidad de producción de riqueza material
que es capaz de garantizar alimento, agua, luz, educación y salud para todos
sus habitantes. Pero sin embargo, millones de personas van a dormir cada noche
con hambre; millones de personas pasan sed, no cuentan con apoyo médico y se
mueren por enfermedades de pobreza y abandono.
Y es que en el planeta todavía sigue existiendo una realidad insultante y
abusiva que es la de las brechas que existen entre los ricos y los pobres. Esto
se debe a una desigual distribución de los ingresos pero también a un acceso
desigual y discriminador a los servicios básicos. El capital y el mercado no
resuelven la inequidad y la pobreza, solo privatizan los servicios y lucran con
las necesidades. Ya hemos vivido catastróficamente la privatización de los
servicios básicos y en especial del agua.
Para resolver las graves inequidades sociales es necesario emprender entre
otras las siguientes acciones:
Es un imperativo avanzar en el reconocimiento, en la legislación internacional
y en la normativa nacional de los países del mundo, de que los servicios
básicos: el agua, electricidad, comunicaciones y el saneamiento básico son un
derecho humano fundamental de las personas en todos los rincones del planeta.
En particular el agua debe constituirse en un derecho humano esencial de las
personas porque aporta directamente al desarrollo de la vida de todos los seres
del planeta, y es un insumo fundamental para la movilización de todos los
procesos productivos.
Conjuntamente con el reconocimiento de los servicios básicos como un derecho
humano se debe avanzar en la nacionalización de estos servicios ya que las
administraciones privadas marginan a la mayoría de la población de su acceso a
estos servicios fundamentales para la vida de las personas al darles un valor
económico inalcanzable para muchos.
4.- Descolonizar la economía; descolonizar la cultura; descolonizar los
saberes; descolonizar el mundo.
En pleno siglo XXI no puede haber ningún país que usurpe territorio de otro
país, ni potencia que utilice territorio extranjero para depositar sus
tropas. Esa es una indigna herencia colonial del siglo XVI que tiene que
erradicarse del mundo entero. Cada pueblo tiene el derecho a gobernase a sí
mismo y nadie tiene la autoridad moral ni histórica de invadir territorio
ajeno.
Todos los pueblos somos dueños de nuestros destinos y no hay pueblos superiores
ni inferiores. Todos tenemos un aporte para el mundo y un mundo de paz y
bienestar se ha de construir con el aporte democrático de todos los pueblos y
estados.
Pero no solo hay el colonialismo territorial, también hay el colonialismo
económico, el colonialismo cultural, el colonialismo tecnológico, todos ellos
tan aborrecibles como el primero. Mientras haya cualquier colonialismo,
no habrá paz duradera. Mientras haya colonialismo no habrá igualdad ni
justicia. El colonialismo es la más brutal y arcaica forma de dominación que
destruye a la humanidad. Ella es la madre del fascismo, del
racismo de toda discriminación. Y su superación exige el
respeto a la libre determinación de cada pueblo, el intercambio
complementario de saberes y la solidaridad entre estados.
El mundo sabe que existen temas no resueltos, asuntos como el de las islas
Malvinas, la situación de palestina y el enclaustramiento boliviano. Estos
temas deben ser resueltos pacíficamente y en el marco del derecho internacional
competente.
El destino de la humanidad es la hermandad universal de los pueblos.
5.- Erradicar el hambre en los países del sur consolidando nuestra soberanía
con seguridad alimentaria y acceso a los alimentos sanos y saludables para una
salud digna de los pueblos.
Tenemos que eliminar los monopolios en la provisión de insumos agrícolas para
garantizar la seguridad alimentaria con soberanía. Por eso proponemos que cada
uno de nuestros países garantice los alimentos básicos y propios que consume su
población a partir del fortalecimiento de sus prácticas productivas, culturales
y ecológicas así como del intercambio solidario entre pueblos.
6. Ciencia y tecnología al servicio de los pueblos y de la humanidad para vivir
bien
La ciencia, el conocimiento y la tecnología son un patrimonio de la humanidad,
son creación de la humanidad y deben servir a la felicidad de la humanidad;
porque con el desarrollo científico y tecnológico, se crean las condiciones
para el desarrollo integral, para erradicar la pobreza y el hambre, para
producir alimentos, para dar servicios básicos, para desarrollar nuevas
industrias, para tener nuevas fuentes energéticas limpias y accesibles a los pueblos
y naciones.
La ciencia y el desarrollo tecnológico no pueden ser una mercancía,
negociable en los mercados bajo la forma de patentes y licencias, que beneficia
a pocos y enriquece a los más ricos. Como patrimonio de la humanidad, no puede
ser monopolio de ciertos países, no puede ser un instrumento de poder y control
económico.
La ciencia y la tecnología deben ser instrumentos para liberar a los pueblos;
para fortalecer la solidaridad, la complementariedad, el intercambio justo;
deben ser los medios más importantes para las relaciones de respeto entre las
naciones y de armonía con la madre tierra.
Desde el G77 más China tenemos que consolidar la liberación del conocimiento,
de la ciencia y la tecnología moderna; al mismo tiempo, proteger y fortalecer
los saberes, conocimientos, ciencia y tecnologías ancestrales de los pueblos y
las naciones indígenas.
Debemos ser capaces de diseñar e implementar alianzas y mecanismos de
transferencia tecnológica que democraticen la economía y permitan el desarrollo
integral de todos los pueblos, sobre la base del respeto a la diversidad de
visiones, enfoques y sistemas de conocimiento, desechando las visiones
mercantilistas y monopólicas.
La tecnología, que tanto bien podría brindar a la humanidad, es usada para
violar los derechos de millones de personas a través del espionaje masivo y
selectivo. El espionaje es una muestra de la soberbia y del desprecio con que
desde el imperio ven al resto del mundo. Un desprecio que puede llegar incluso
al secuestro de presidentes violando las normas sobre inmunidad e
inviolabilidad de los jefes de estado.
7. Frente a la crisis del capitalismo, nueva arquitectura económica financiera
mundial
Las últimas crisis del capitalismo han presentado, en los diferentes países,
efectos cada vez más fuertes y profundos. Estas crisis, están cuestionando las
estructuras del sistema económico y financiero capitalista, están cuestionando
al nuevo poder de los bancos y el poder financiero mundial responsable de la
pobreza y el hambre de los pueblos.
Los grandes bancos y sistemas financieros han debilitado nuestros sistemas
nacionales, especialmente allí donde los estados son vulnerables por su
dependencia económica y desregulación financiera, allí donde los organismos
financieros internacionales han presionado para la libertad bancaria, el libre
mercado financiero y la ruptura de la soberanía, producto de los
condicionamientos e imposiciones de políticas económicas neoliberales.
Como alternativa a la profunda crisis de capitalismo, tenemos que construir y
poner una nueva arquitectura económica financiera al servicio de los pueblos y
las naciones. los organismos financieros y bancos mundiales que han controlado
la economía mundial y nos han llevado al empobrecimiento extremo, dejaron de
tener la moral para decirnos lo que debemos hacer, deben dejar de existir como
instituciones reguladoras, como orientadores de la economía de los estados,
deben dejar de crecer a costa de la pobreza y el hambre de los indígenas, de los
trabajadores, de los pueblos.
Esta nueva arquitectura económica financiera debe sustentarse en la
integración, en el desarrollo integral en armonía con la madre tierra; debe
promover mecanismos de complementariedad sur-sur liderado por el G77 más China.
Debemos promover la creación de fondos financieros solidarios y en beneficio de
los pueblos y las naciones, fortalecer las monedas regionales, la regulación
soberana de las actividades financieras en el marco de acuerdos integradores.
Debemos respetar las decisiones soberanas de los estados en el uso de sus
recursos naturales, así como en su utilización e industrialización para
beneficio pleno de los pueblos, sobre la base de un desarrollo económico que
brinde las condiciones para el vivir bien, en armonía con la madre tierra y con
respeto a los estados.
8.- Soberanía sobre los recursos naturales
La soberanía sobre los recursos naturales es la condición para la liberación de
la dominación colonial y neoliberal. Un estado que no aprovecha los recursos
naturales priva a su pueblo de la riqueza necesaria para su desarrollo.
En muchos países del mundo la principal fuente de riqueza económica se basa en
el aprovechamiento de los recursos naturales. Sin embargo, en la mayoría de los
países esta riqueza ha sido saqueada y apropiada por manos privadas y potencias
transnacionales que se enriquecen a costa de los pueblos.
Los recursos naturales en manos privadas profundiza la diferencia entre pobres
y ricos. Los pobres, dueños de los recursos naturales pasan a ser los peones de
los ricos. Ningún pueblo puede ser libre si sus recursos naturales están en
manos de los poderosos. La garantía de la libertad, de la democracia económica
y de la industria creadora de riqueza es el dominio estatal sobre esos recursos
naturales.
Pasar la propiedad de los recursos naturales al estado en beneficio de los
pueblos para que ellos estén orientados al goce y beneficio de todos.
Ha quedado en evidencia histórica que los pueblos
saqueados son pueblos esclavizados por el capital transnacional. Por ello la
nacionalización de los recursos naturales es la fuerza poderosa que libera no
sólo el freno al desarrollo sino también la industrialización y la
diversificación económica. la nacionalización puede quebrar los procesos de
colonialismo económico y garantizar el fortalecimiento del estado.
9.-Instituciones internacionales para el pueblo
Los pueblos deben ser gobernados por los pueblos. Los pueblos diseñan sus
instituciones, sus reglas, su futuro libre de dominación. Cuando los pueblos
son gobernados por empresas transnacionales, por corporaciones financieras o
por organismos internacionales burocratizadas se produce la injusticia, la
desigualdad y la guerra. Debemos construir una institucionalidad mundial de los
pueblos, de los pobres, de la madre tierra. No aceptamos ni permitimos el
intervencionismo ni el neoliberalismo de las naciones unidas y de la
institucionalidad del imperio del capital
No se debe permitir ni admitir la construcción de bases militares e industria
bélica para dominar a los pueblos con el pretexto de la seguridad nacional.
Primero está la seguridad de los pueblos, la vida y la madre tierra. El
armamentismo es el negocio de la muerte que enriquece al capitalismo y destruye
el planeta.
Para construir una nueva institucionalidad de los pueblos del mundo hacia el
vivir bien debemos construir las condiciones institucionales y jurídicas para
que nuestros pueblos y países vivan con dignidad y soberanía sin
intervencionismo y sin bases militares extranjeras.
Liberarnos de las ataduras ideológicas y políticas de los organismos mundiales
financieros como el BM y el FMI y de sus satélites e intelectuales de la
dominación neoliberal construyendo nuestras propias instituciones para el diseño
y asesoramiento de políticas hacia el vivir bien.
Construir una organización mundial de los pobres, una organización mundial de
la justicia, una organización mundial de la soberanía de los pueblos, una
organización mundial de la madre tierra, una organización de la asamblea de los
pueblos del mundo.
La construcción de esa nueva institucionalidad implica una lucha frontal y
conjunta contra la todas las formas de corrupción. La corrupción le resta
recursos a nuestra lucha contra la pobreza, la corrupción socaba los pilares de
nuestras sociedades. por tanto, en esa lucha frontal contra este mal, no pueden
existir países que alberguen y cobijen a personas procesadas por actos de
corrupción.
10.- Integración complementaria, paz y relaciones internacionales
El mundo de hoy está gobernado por un pequeño club de países poderosos que se
han encargado de imponer sus reglas de juego en la economía, en las finanzas
internacionales, en los intercambios comerciales, en la industria, la ciencia y
la tecnología. Este club ha dejado a la mayoría de los pueblos del mundo a
merced del imperio del capital, del intervencionismo imperial y de la voluntad
caprichosa para explotar los recursos naturales.
Se ha hecho un hábito terrible invadir pueblos, destruir civilizaciones en
procura de ejercer monopolio sobre recursos estratégicos. Las grandes potencias
han logrado legitimar supuestas amenazas como el narcotráfico, la subversión,
el terrorismo o la posesión de armas de destrucción masiva para desestabilizar
gobiernos democráticos y pueblos soberanos.
Frente a la arrogancia del poder imperial y de sus aliados privilegiados los
países del sur debemos unirnos. la unidad permitirá preservar las
intervenciones coloniales, el saqueo de los recursos económicos y la imposición
de la voluntad de unos cuantos sobre la mayoría de los países que persiguen su
independencia.
El nuevo orden global neoliberal a impuesto como premisa la competitividad que
no es otra cosa que la ley de la selva donde solo se salvan los poderosos
dejando a los débiles a merced de los aventajados. Nuestros pueblos ancestrales
siempre vivieron integrados en culturas, integrados en comercio, integrados en
solidaridad y en redes de colaboración. Fuimos complementarios porque allí radica
la fuerza del pueblo. Hoy tenemos que construir y fortalecer nuestros acuerdos
de integración entre los pueblos y comunidades, entre los estados y gobiernos,
en un marco de apoyo, colaboración y solidaridad para fortalecer la vida y la
humanidad.
Frente a la diplomacia de la muerte y de la guerra, del mercantilismo, de la
privatización, del saqueo de los recursos naturales, los pueblos del G-77
debemos construir la diplomacia de los pueblos.
El sur no es ni puede ser un obediente y servil peón de las potencias del
norte. No somos el depósito de la basura industrial ni nuclear de las potencias
del norte, ni somos la fuente inagotable de materias primas para ellas. El sur
está emergiendo con la potencia de los pueblos y los gobiernos patriotas y soberanos,
y está construyendo proyectos de integración comercial, productiva, cultural,
tecnológica, económica financiera y social. Este es un momento en el que los
pueblos del sur, y también con los pueblos del norte, debemos compartir,
apoyarnos y fortalecernos social, económica y culturalmente.
Una condición para lograr la integración es contar con estados y pueblos
fuertes pero al mismo tiempo con economías que se rijan por precios justos.
Comercio justo y precios justos convierten a los estados en actores proclives a
la complementariedad.
Una integración real entre pueblos sólo es posible si los propios pueblos
deciden la forma de desarrollar su comercio. El comercio en manos de pocos se
convierte en una tiranía internacional.
Es imperativo conformar coaliciones y alianzas poderosas para suscribir
tratados de la vida compartir conocimientos, tecnología y provisión de recursos
financieros y no tratados de libre comercio que son tratados de la muerte para
los pueblos del sur y también para los pueblos del norte.
Necesitamos construir un mecanismo para el desarrollo integral y la integración
entre los estados y pueblos del sur que incluya las áreas de conocimientos,
tecnologías, energía, producción de alimentos, financiamiento, salud y educación
entre otros.
En esta oportunidad, en el año en que celebramos los cincuenta años de la
fundación de nuestro grupo quiero que conmemoremos conjuntamente este
aniversario. Para ello, quiero pedirles que juntos convoquemos a una cumbre de
jefes de estado del Grupo de los 77 más China, en Bolivia el 15 de junio
de 2014. Así fortaleceremos nuestros vínculos y continuar esta lucha juntos”.
Evo Morales en el G-77 en Nueva York (Foto ABI)
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